Recordar que todo es histórico no significa, como
a veces nos apresuramos a decir, profesar un reduccionismo historicista o sociológico.
Significa simplemente negarse a sustituir al
Dios creador de las "verdades y valores eternos" por el sujeto
creador y a dar a la historia y a la sociedad lo que se ha atribuido a una trascendencia o a un sujeto
trascendental. Es decir, más precisamente, renunciar a la mitología del "creador" increado.